jueves,18 agosto 2022
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La nueva obra dePiketty saldrá en español el26 de noviembre

Capital e ideología, un esquema para erradicar la desigualdad y superar el capitalismo

Redacción
Tras publicar en 2013 el superventas "El capital en el siglo XXI" y vender más de dos millones de ejemplares que pusieron en Europa y Estados Unidos la desigualdad socioeconómica en el centro del debate, el economista francés Thomas Piketty llega en su nuevo libro "Capital e ideología" a fijar un esquema exhaustivo de la evolución fiscal y mental necesaria para erradicar la desigualdad de la faz de la tierra y llegar a superar el capitalismo.

Así se lo han reconocido economistas y periodistas independientes como Joseph Confavreux, Fabien Escalona y Romaric Godin,  de Mediapart, Francia, quienes apuntan que desde las 1.200 páginas de su última obra "Capital y ideologia", que se anuncia saldrá en español el próximo 26 de noviembre, Piketty, destroza el debate público y político, explorando vías para dicha sustitución tratando de redefinir la noción misma de propiedad, aunque la mayoría expresan dudas si argumentos como los de esta obra bastarán para destruir las bases del hiper-capitalismo contemporáneo, que autores españoles analizaron y vaticinaron hace dos décadas como una transición del capitalismo financiero al digitalismo (José B. Terceito y Gustavo Matías, Digitalismo, Taurus 2001.

La clave de su tesis se centra en aplicar un impuesto anual y altamente progresivo “sobre la propiedad, para permitir financiar la dotación de capital para cada joven adulto y desplegar una forma de propiedad temporal y de circulación permanente de los patrimonios” Esta imposición anual de los patrimonios importantes permitiría una “difusión patrimonial”, que constituye hoy simultáneamente, el ángulo muerto y el callejón sin salida de toda la política contemporánea.

Esta herramienta fiscal tendría la ventaja de aplicarse a todos los activos, incluyendo los financieros, contrariamente al impuesto inmobiliario, y adaptarse con mayor rapidez a la evolución de la riqueza. Permitiría así no “esperar a que Mark Zuckerberg o Jeff Bezos cumplan 90 años para transmitir su fortuna y comenzar a hacerles pagar impuestos”. Si queremos que el 50% de lo más pobres detenten finalmente una porción no despreciable de las riquezas nacionales, necesitaremos para eso “generalizar la noción de reforma agraria transformándola en un proceso permanente incluyendo al conjunto del capital privado”.

El impuesto anual sobre la propiedad y el impuesto sobre sucesiones, aportarían en total en torno al 5% de la renta nacional; cantidad que se emplearía totalmente en financiar una dotación en capital dedicada a los jóvenes adultos, por ejemplo de 25 años, en forma de “herencia para todos”; mientras que, el 50% de los más pobres hoy no reciben casi nada. Esto permitiría también un rejuvenecimiento de los patrimonios “lo que permite pensar que sería algo excelente para el dinamismo social y económico

Este impuesto no sustituiría al impuesto progresivo sobre la renta, en el que el investigador incluye las cotizaciones sociales y una tasa progresiva sobre las emisiones de carbono, permitiendo alcanzar casi el 45% de la renta nacional pudiéndose con ello financiar la totalidad del gasto público, en concreto la renta básica y sobre todo el Estado social: salud, educación, jubilaciones,…

Este sistema designado con los términos de socialismo participativo”, se basa en una propiedad social ampliada y en la invención de una propiedad temporal, según Piketty, no tiene “ya gran cosa que ver con el capitalismo privado tal y como lo conocemos actualmente”. Constituye en su opinión “una superación real del capitalismo” que permite trazar otra ruta, que no sea, ni el endurecimiento de la ideología del propietario, ni la retirada nativista.

Alguna de las conclusiones obtenidas pueden parecer radicales”, escribe el investigador, Y así sin duda las recibirán los socialdemócratas a quienes la obra parece en principio destinada, si hemos de creer el masivo plan de comunicación de la obra imponiendo un embargo al 12 de setiembre, excepción hecha de los principales medios de la socialdemocracia; a saber, Le Monde, Obs y France Inter.

Sin embargo, la obra de Piketty, también obligará a posicionarse a la izquierda radical, y sobre todo a responder a la afirmación del autor, según la cual ciertas formas de organizar las relaciones de propiedad en el siglo XIX, “pueden suponer una superación del capitalismo mucho más real que la vía consistente en prometer su destrucción sin preocuparse de su sustituto”.

‘Capital e ideología’, planteado como un monumental ensayo para proponer una “circulación de bienes” a la altura del siglo XXI para “superar el capitalismo”, refuerza la línea planteada por Piketty en su libro inicial El capital del siglo XXI, donde ya resaltaba que los debates intelectuales y políticos sobre la distribución de la riqueza se han alimentado sobre todo de grandes prejuicios y de muy pocos datos. Entonces ya afirmaba que en la batalla de ideas ante la creciente desigualdad han convergido sobre la ideas de igualdad entre los ciudadanos planteadas por la Ilustración y la Revolución Francesa, el derecho de las personas a ser retribuidas conforme a sus méritos, la confianza en que el crecimiento económico mitiga de manera natural los contrastes entre los más favorecidos y los francamente abandonados.

Ahora Pikkety presenta de forma ordenada y didáctica en la primera parte del nuevo libro la evolución de esas ideas en los últimos siglos (dos tercios del libro), refuerza y actualiza su impacto en los datos de distribución de renta y riqueza en la segunda parte, y por último dedica su tercera y última parte (la más sustancial y novedosa)  a proponer iniciativas para corregir el rumbo de la desigualdad desde reforzas fiscales realistas que potencien la educación, la sanidad y las ayudas de rentas, en especial a los jóvenes. De esta forma, el economistas francés se aproxima a los planteamientos del economista británico de dos generaciones anteriores (nació en 1883, precisamente el mismo año en que murió Karl Marx) John Maynard Keynes, cuya inquietud por el papel de las ideas y cuyas aportaciones a equilibrar la coyuntura mediante la beligerancia del gasto público han protagonizado el debate económico desde que en 1936 publicó su Teoría General, seis años después de visitar Madrid el 10 de junio de 1930. 

Estas inquietudes también las había expresado Piketty, antes y después de publicar el superventas El capital en el siglo XXI (Fondo de Cultura Económica, 2014), que lleva vendidos más de dos millones de ejemplares. Thomas Piketty, como Profesor de Economía en la Escuela de Economía de París, era a principios del 2014 uno de los firmantes más destacados del llamamiento por la reforma de la International Student Initiative for Pluralism in Economics (ISIPE), que ya había recibido apoyos de alumnos y profesores de 73 países en ocho idiomas, encabezadas por personalidades de la talla de Alan Kirman, Profesor Emérito la Universidad de Aix-Marseille; Ha-Joon Chang, Reader de Economía Política del Desarrollo en la Universidad de Cambridge, articulista de referencia en The Guardian y autor de libros que había vendido más de 1,5 millones de ejemplares. Petición inicialmente publicada por Ibercampus el 30 de abril del 2013 bajo el título Carta de la Asociación Estudiantes de Económicas de la UAM asegurando que la falta de diversidad intelectual no sólo perjudica a la educación y a la investigación, sino que limita nuestra capacidad para enfrentarnos a los retos del siglo XXI.

Aquella inquietud de Thomas Piketty por la educación le trajo a España un año después, justo a principios  de 2015, para animar a los líderes del PSOE y Podemos a invertir en educación e investigación, como respuesta para el cambio frente a la creciente desigualdad y para la solución a la crisis. Ampos empezaban a plantear entonces pactos sociales de rentas, el PSOE un nuevo Estatuto de los Trabajadores y un decálogo para que Europa funcione y otras medidas, aunque más de cuatro años despues el fracaso del nuevo simulacro de negociaciones del PSOE con Unidas Podemos para un Gobierno progresista y la convocatoria de elecciones aleja entre otras cosas el freno de la creciente sustitución de gasto público por gasto de las familias en educación,sanidad y servicios sociales.

Su nuevo libro 'Capital e ideología', presentado el 10 de septiembre pasado en París, plantea muy en resumen que lo que mueve el mueve el mundo no es la lucha de clases, ni la mano invisible del mercado, ni menos aún la historia de los grandes líderes y batallas , sino las ideas, como ya apuntó Keynes, quien  acertó al predecir en Madrid (1930) ingresos per cápita a 100 años.

En las 1.200 páginas del nuevo libro, Pikkety hace un recorrido interdisciplinar por los dos últimos úlltimos siglos de capitalismo en los cuatro continentes, de acuerdo con la reseña de Marc Bassets en EL PAIS. Economía a la historia, de la ciencia política a la teoría de la justicia y a la literatura. Las novelas de Jane Austen, Balzac o Carlos Fuentes ofrecen tanta o más información que una batería de gráficos y tablas, unas 170, sobre la historia de la propiedad privada y su efecto en las desigualdades.

“Hoy afrontamos una lógica de acumulación sin límite y de sacralización del derecho del propietario”, dijo esta semana Piketty en un encuentro con corresponsales en la Paris School of Economics, donde codirige el Laboratorio Mundial de la Desigualdad. “Y olvidamos que los grandes éxitos del siglo XX en la reducción de las desigualdades, pero también en el crecimiento económico, se obtuvieron reequilibrando los derechos del propietario con los del asalariado, el consumidor. Se hizo circular la propiedad”.

Capital e ideología contiene tres libros en uno. El primero y más extenso —las 800 primeras páginas— es una historia detallada de lo que el autor llama los “regímenes desigualitarios” o “de desigualdad”. Comienza por el Antiguo Régimen y la desigualdad “trifuncional” de las sociedades divididas en el clero, la nobleza y el tercer estado. Si aquel sistema perduró durante siglos, fue porque una ideología lo sostenía, disfrutaba de una legitimidad: se justificaba por la necesidad de seguridad, que debía garantizar la casta guerrera, y de sentido, del que se encargaba la casta sacerdotal.De la ideología “trifuncional”,Piketty pasa a la “sociedad de propietarios”. La Revolución Francesa de 1789 abolió los privilegios, pero no la propiedad privada, que podía incluir a los esclavos. Entre 1800 y 1914 las desigualdades se disparan y superan los niveles del Antiguo Régimen. “El argumento de la época era que, si se cuestiona el derecho de propiedad, adquirido en un marco legal, nunca sabremos dónde parar, y el caos se impondrá”, explica Piketty.El periodo de entreguerras en el siglo XX es una transición entre el “propietarismo” desigualitario y no regulado del siglo XIX y la era socialdemócrata de la posguerra mundial. Estados Unidos y Europa adoptan entonces la fiscalidad progresiva con tipos impositivos que superaron el 80%, sistemas de protección social avanzados y el acceso a la educación. Deja paso a partir de los ochenta, con la revolución reaganiana y la caída del bloque soviético, a lo que Piketty denomina el “hipercapitalismo”. La ideología desigualitaria, lo que en este periodo, que es el nuestro, legitima el statu quo, sería la meritocracia, “la necesidad de justificar las diferencias sociales apelando a capacidades individuales”.

El segundo, que ocupa las 300 páginas siguientes, es un estudio sobre la evolución del sistema de partidos en Europa y Estados Unidos. En unos años los socialdemócratas han pasado de ser el partido de la clase trabajadora al de la élite con diplomas universitarios y han abrazado las ideologías de la desigualdad. Son los cómplices necesarios del “hipercapitalismo”, según Piketty, que acuña el término de “izquierda brahmán” (por el nombre de la casta sacerdotal hindú). Esta domina la élite política junto a la “derecha mercader” (las élites económicas y empresariales). Es un eco de la sociedad “trifuncional” del Antiguo Régimen que deja a las clases populares en la intemperie política y a la merced de los mensajes nacionalistas y racistas.

El tercer y último libro dentro de Capital e ideología es el más breve, menos de cien páginas, pero el más debatido en Francia. En este capítulo, Piketty lanza su programa de “socialismo participativo” para “superar el capitalismo y la propiedad privada”. El objetivo es convertir la propiedad en “temporal” y “organizar una circulación permanente de los bienes y la fortuna”. Defiende una integración federal de la Unión Europea. Y aboga por un impuesto sobre el patrimonio con un tipo máximo del 90% para los supermillonarios, por una cogestión de las empresas, en las que los trabajadores compartan el poder, y por una especie de herencia para toda persona de 25 años de 120.000 euros.“El hipercapitalismo del siglo XIX, previo a 1914, se estrelló contra la competencia muy fuerte entre países, que eran potencias coloniales. De tanto acumular activos en otras partes del mundo acabaron destruyéndose mutuamente”, concluyó Piketty en la citada conversación. “Hoy no ocurrirá lo mismo. Pero lo que puede ocurrir es que este divorcio con las clases populares conduzca a una explosión de la Unión Europea y a un repliegue en las identidades nacionales”.

 

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