jueves,18 agosto 2022
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Gracias al giro social y urbano y hacia mujeres e hispanos

Los demócratas ganan al trumpismo el control del Congreso y los republicanos conservan el Senado

Redacción
Los demócratas, apoyados en el giro social y el voto femenino y urbano, no tanto el hispano, han quitado a Trump tras las elecciones de este martes el control de la Cámara de Representantes y los republicanos conservan el Senado, donde tendrán capacidad de bloquear la agenda legislativa. Pero sin el Senado sus propias iniciativas se verán dificultadas. Se eleva así con el golpe al trumpismo la probabilidad de un cierre de gobierno.

El presidente de EEUU, Donald Trump, presumió de un "tremendo éxito" en las elecciones legislativas. La declaración deTrump en su cuenta de Twitter llegó después de que la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, hubiese asegurado que los resultados de los comicios habían deparado "una buena noche" para el presidente. Los estadounidenses elegian a los 435 miembros de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 senadores y 36 gobernadores, en unos comicios marcados por una alta participación.

A falta de que cierren los colegios electorales en la costa oeste del país, las proyecciones de Fox News, NBC y CBS indican que los republicanos arrebatarán al menos dos escaños en el Senado a los demócratas, con lo que aumentarían la mayoría de 51-49 que tenían hasta ahora. Mientras, los sondeos dibujan un panorama favorable a los demócratas en la Cámara de Representantes, donde necesitan ganar 23 escaños para recuperar la mayoría que los republicanos han ostentado desde 2011.

En sus primeras ediciones, los diarios españoles resaltan la polarización del país. "El nuevo Congreso de Estados Unidos hereda un país desgarrado", titula EL PAÍS. Por su parte, EL MUNDO dice que "EEUU vota en dos trincheras". LA VANGUARDIA ve "las dos Américas, cara a cara", mientras que EL PERIÓDICO resalta que "EEUU vota dividido la primera reválida del mandato de Trump". Para LA RAZÓN, los comicios de ayer eran "la batalla del Congreso más cruda". Desde otra perspectiva, ABC señala que Trump se ha volcado en estas legislativas y ahora espera que el Partido Republicano le apoye a él en las presidenciales de 2020.

En las elecciones legislativas de Estados Unidos la participación es tradicionalmente menor a las presidenciales. Mientras que en las primeras esta ronda el 40% de los ciudadanos con derecho a voto, en las segundas esta es de alrededor del 60%, según la página web especializada en comicios FairVote. En elcolectivo hispano todavía una proporción menor de personas votan: solo el 27% de los ciudadanos estadounidenses mayores de edad pasaron por las urnas en las elecciones de mitad de mandato de 2014. Así, mientras su población con derecho a voto se ha multiplicado casi por cuatro en los últimos 32 años hasta alcanzar los 29,1 millones, solo 6,8 millones fueron a votar en los últimos comicios legislativos, según Pew Research.

El Partido Republicano tiene la mayoría en la cámara baja al poseer 235 de los 435 escaños que forman este organismo, por los 193 asientos ocupados por demócratas. A ellos hay que sumar 7 asientos que actualmente se encuentran vacíos, pero que también estarán en juego el próximo martes.

En el Senado, el partido republicano tiene una mayoría muy ajustada. De los 100 escaños, 51 están controlados por el partido republicano, que en esta cámara lidera Mitch McConnell. Los demócratas, encabezados en el Senado por Nancy Pelosi, mantienen actualmente 47 asientos, por los dos que están en manos de partidos independientes, que votan en sintonía con los demócratas.

Todos los 435 representantes de la Cámara de Representantes, que cumplen mandatos de tan solo dos años, serán elegidos en las elecciones de este 6 de noviembre. Para conseguir mayoría en esta cámara, tanto demócratas como republicanos necesitarán al menos 218 escaños. De esta manera, el Partido Demócrata necesitaría 25 escaños más de los que logró hace un par de años para recuperar el control de la Cámara de Representantes.

En lo que respecta al Senado, cuyos miembros son reelegidos cada 6 años, solo 35 de los 100 escaños formarán parte de los ‘midterm’ de 2018. De estos 35 puestos que están en el aire, 24 los ocupan senadores demócratas, 9 son republicanos y 2 son propiedad de partidos independientes. Es decir, los demócratas necesitan robar 2 asientos (sin perder ninguno de los que disponen hasta ahora) para tener el control de la cámara alta, ya que un empate a 50 entre progresistas y conservadores favorecería al partido de Trump porque el vicepresidente Mike Pence tiene la potestad de desempatar.

Además, con una mayoría demócrata en la Cámara, aumentan las posibilidades de que el partido de la oposición inicie el procedimiento del impeachment, algo que solo ha ocurrido en dos ocasiones a lo largo de la historia de EEUU. Este procedimiento, que sacaría de la Casa Blanca a Trump, puede iniciarse ante casos de “traición, soborno, altos delitos o faltas”.

Sin embargo, el impeachment no es fácil de llevar a cabo. La votación inicial arrancaría en la Cámara de Representantes, donde es necesaria una mayoría simple. Si es aprobada, el proceso pasaría al Senado, donde son necesarios los ‘síes’ de dos tercios de la cámara. La dificultad es tal que solo se han producido dos impeachments a un presidente en la historia del país y ambos fueron promovidos por el Partido Demócrata: en 1868 a Andrew Johnson y en 1998 a Bill Clinton. Los dos fueron aprobados por la Cámara de Representantes pero no pasaron el trámite del Senado.

¿Por qué pueden ser históricas estas elecciones?
Muchos son los datos que hacen de estos ‘midterm’ unas elecciones para la historia, como recordaba el dia previo EL PAIS . 256 mujeres se postulan para ocupar asientos en el Senado y la Cámara de Representantes, lo que supone un récord en la historia del país. De ellas 197 representan al Partido Demócrata y 59 al Partido Republicano. Por cámaras, 234 se postulan para la Cámara de Representantes y 22 para el Senado.
Además, en los ‘midterm’ no solo están en juego puestos en el Senado y la Cámara, sino que 36 estados norteamericanos eligen también a sus gobernadores (26 de ellos actualmente ocupados por republicanos, 9 por demócratas y uno por un independiente). En la historia de EEUU solo 2 afroamericanos han conseguido hacerse con un puesto de gobernador. Pues bien, este año Maryland, Georgia y Florida podrían terminar la noche del 6 de noviembre con 3 gobernadores afroamericanos por primera vez en la historia.
El talento de Silicon Valley, que literalmente inventa apps mientras toma un café, está poniendo su ingenio al servicio de los demócratas. La incubadora Higher Ground Labs, con un respaldo de cinco millones de dólares, ha invertido en una veintena de startups relacionadas con la campaña. Entre ellas, MobilizeAmerica, una aplicación que hace muy fácil organizar eventos, poner en contacto voluntarios y lanzar mensajes a grandes bases de datos de votantes. Hasta la semana pasada, MobilizeAmerica había organizado a 254.000 voluntarios y puesto en contacto a alrededor de 19 millones de votantes, informó The Washington Post.
“Las elecciones importan muchísimo”, explica Jiménez. “No podemos estar pensando en el futuro y tener líderes anclados en la modernidad. Aquí les interesa que los líderes sean hipermodernos”. Jiménez ve en su ambiente “mucha gente invirtiendo en políticos demócratas, porque tienen esa visión”.
El debate sobre la inmigración, por ejemplo, es inexistente en este lugar. No hay nada que discutir. El 34% de la población de Palo Alto ha nacido fuera de Estados Unidos (la media del país es 13%). Esa fue, de hecho, una de las primeras cosas que hicieron a las empresas: darse cuenta de cómo les puede afectar un Gobierno hostil. “La primera restricción que puso Trump fueron los visados (H1-B, los más utilizados para traer ingenieros a Silicon Valley)”, dice Tony Jiménez. “Imagina lo que supone eso para empresas como Facebook o Google. Son empresas a las que les da igual dónde esté el talento”. Las empresas de Silicon Valley no ven inmigrantes, solo trabajadores útiles. Cualquier restricción a su entrada, y no digamos el mensaje de “los estadounidenses, primero”, es vista como una locura de alguien que no entiende la nueva economía.
Hillary Clinton ganó en Palo Alto por 50 puntos. No siempre ha sido así, pero la tendencia a apoyar a los demócratas se ha hecho abrumadora en la última década. El pasado martes, Valéry A., una francesa que lleva 20 años en California, emitía su voto en la biblioteca pública del pueblo. “No creo que las elecciones afecten realmente a la gente de aquí. Esto es una burbuja”, reconocía. Pase lo que pase, “aquí seguirá habiendo el mismo trabajo y el mismo dinero. Somos unos privilegiados. Nadie se va a quedar sin trabajo por el resultado electoral”. Ella sin embargo, fue a votar porque la situación nacional le “da miedo”.
“Eso es así”, reconoce Ben Wang, fundador de Chimera, una empresa de biotecnología del valle, “en la práctica, las elecciones no van a tener un impacto en la vida aquí. Vivimos en una burbuja”. El apoyo a los demócratas, explica, no es completamente interesado, por cómo puedan favorecer el negocio, como ocurrió con otras grandes industrias. “Es más ideológico y teórico, por oposición a ciertas cosas”, percibe Wang. “Hay una correlación fuerte entre alto nivel educativo y progresismo. La gente aquí viene de universidades de las que han salido pensando así”. Wang confirma que en su círculo conoce personas “muy apasionadas” que han decidido juntar dinero para estas elecciones.
“Trump ha sido necesario para motivar el cambio” en Silicon Valley, opina Tony Jiménez. “Estos golpes de realidad son buenos para poner el freno, para darte cuenta de que no todo el mundo vive en tu nube. Existe otro Estados Unidos que también vota, y su voto vale lo mismo que el nuestro. Muchas veces es bueno que te den con la realidad en las narices”.

 

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