jueves,18 agosto 2022
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Libro publicada por Tirant Lo Blanch, líder en el ranking español de factor de impacto académico en las ciencias sociales

Capitalismo ‘Next Generation’: Conclusiones abiertas de Ramón Casilda sobre el futuro que viene

“Capitalismo Next Generation” del economista Ramon Casilda Béjar, profesor de la Universidad de Alcalá, del Instituto de Estudios Bursátiles y de la Escuela Diplomática, y consultor internacional, se sitúa fuera del espacio ideológico clásico. El autor rescata a Leszek Kołakowski en su ensayo “Cómo Ser Un Liberal-Conservador-Socialista, 1987”, donde argumenta que estas tres corrientes políticas, no serán por mucho tiempo opciones excluyentes entre sí. Cuestión que ya fue anunciada por Keynes en su discurso del ´Reform Club´ de Manchester en 1926: “Liberalismo y Laborismo” y que posteriormente se fue concretando y definiendo a lo largo del siglo XX por la “socialdemocracia europea”, ideología que ha sido capaz de aunar mediante alianzas sucesivas el “liberalismo y el socialismo reformista”, liderando el capitalismo, incluyendo más recientemente los partidos ecologistas o verdes.

Autores como Marx, Piketty e incluso el mismo Schumpeter, postulan que el capitalismo no es eterno, se ha convertido en una aseveración común decir que el capitalismo no tiene futuro aunque haya incorporado los mayores y más audaces avances científicos y tecnológico,  entre otras cosas porque profundiza en las desigualdades y agota el planeta. Y si bien esto no es falso, lo cierto es que a falta de una alternativa concreta y “viable”, el capitalismo con todas sus imperfecciones tiene todavía muchos días por delante, siempre y cuando no se produzca una hecatombe natural o nuclear. No obstante, Casilda precisa que serán los acontecimientos, los que decidan si el capitalismo está definitivamente muerto y debería ser arrumbado a los anales de la historia. 

Resalta el autor que el capitalismo ha traído décadas de prosperidad como las que siguieron después de la Segunda Guerra Mundial, donde el nuevo orden internacional surgido tras la Conferencia dio lugar a los acuerdos de Bretton Woods en 1944. Estos acuerdos gobernaron las relaciones económicas internacionales entre los países capitalistas industrializados, que se apartaron del nacionalismo económico sin regresar a la política de “laissez-faire” de los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, que presuponía que el éxito económico se desentendía de los problemas del desempleo y de los trabajadores en dificultades. Por lo cual y en el contexto económico e incluso geopolítico internacional el autor propone lo que llama un nuevo Bretton Woods 2.0.

 Como dice el autor, el libro no es ni definitivo ni cerrado, sino abierto a la reflexión y las críticas fundamentadas de esta obra de 284 páginas, que tiene como subtítulo Empresario y empresa en el mundo Post Covid-19, publicado por Tirant Lo Blanch, editorial líder en el ranking español de factor de impacto académico en las ciencias sociales. Reproducimos textualmente esas conclusiones de Ramón Casilda:

Pienso que el capitalismo, sabiamente administrado, es probable que pueda resultar más
eficiente que cualquier otro de los sistemas disponibles para alcanzar los fines económicos, pero en sí mismo es altamente objetable. Nuestro problema es elaborar nuestras ideas acerca de lo que sea una forma satisfactoria de vida. (John Maynard Keynes)

La historia del capitalismo moderno es la de una sutil intriga que cabe equiparar a la de las
mejores novelas históricas. Es la historia del movimiento y de la búsqueda por los seres humanos de la riqueza, la prosperidad y el mejor modelo económico que satisfaga las necesidades de la gente.

El protagonista principal es Adam Smith, un hombre de la Ilustración y de la filosofía moral escocesa, cuyo modelo se caracteriza, por ser un sistema auto regulador de la libertad natural, basado en la propiedad privada, la competencia y la mínima intervención del Estado.

Smith presenta el capitalismo como un orden económico basado en unos principios que pretenden “un sistema justo, equilibrado y exigente para el bien común”. Sin embargo es considerado por sus detractores, como esencialmente injusto.

Es el caso de Karl Marx, cuyo modelo de producción lo considera por su funcionamiento,
que no le lleva precisamente a presentarse ni a identificarse, como un orden económico
basado en unos principios que pretenden “un sistema justo, equilibrado y exigente para el
bien común”. Marx se convierte en el mayor opositor y crítico del capitalismo así como de la
Ilustración y no se debe desconocer que el pensamiento de Marx es influido por el Idealismo alemán, la corriente filosófica que triunfó en Alemania tras las influencias de la obra de Kant y el legado de Hegel en las generaciones intelectuales de fines del siglo XVIII y principios del XIX.

Smith y Marx proyectan su influencia hasta los más recónditos lugares del mundo, pero como resulta patente, “el capitalismo es el supremo ganador por ser el único sistema viable, y solo puede ser atribuido a que ningún otro lo es”. Y lo es, por ser el que más riqueza ha creado a lo largo de la historia de la humanidad, teniendo el empresario y la empresa como sus grandes propulsores. Así que en una cosa, en la que están de acuerdo tanto la derecha como la izquierda, es que vivimos en una sociedad llamada capitalista. Y, curiosamente, ambas parecen coincidir en que es eterno.

No obstante, además de Schumpeter, Wark y Piketty, piensan que el capitalismo no es eterno, como tampoco es el único sistema viable. Para Wark: “El capitalismo ha muerto como consecuencia de la nueva economía política de la información: un vector invisible que domina la totalidad del proceso de producción, y que en las últimas décadas ha sometido bajo su control a la propia clase capitalista. Por ello, esto ya no es capitalismo, sino algo todavía peor.

La clase “vectorialista”, que posee los vectores de la información, los
copyrights, las patentes y las marcas, los sistemas logísticos, las plataformas financieras y los algoritmos, viene para dominar no sólo a las clases subordinadas, sino a otras clases dominantes también. El capitalismo ha muerto. El comunismo ha muerto. Pero todo esto no agota la facultad imaginativa de la clase subordinadas continua” (El Capitalismo Ha Muerto, 2021).

Pikketty afirma: “El híper capitalismo ha ido demasiado lejos y por ello hay que pensar en su superación, para avanzar hacia una nueva forma de socialismo, participativo y descentralizado, federal y democrático, ecológico, está definitivamente muerta y debe ser reemplazada. En mi opinión, puede salvarse, y de hecho considero que sigue siendo el término más apropiado para designar la idea de un sistema económico alternativo al capitalismo” (Viva el Socialismo, 2021). Al mismo tiempo es muy consciente de que no puede contentarse con estar únicamente “en contra” del capitalismo, lo que exige ser capaz de definir con precisión el sistema económico ideal que desearía poner en práctica; la sociedad justa que tiene en mente, sea cual sea el nombre que finalmente decida darle.

Por tanto, aunque se ha convertido en una aseveración común, decir que el capitalismo no tiene futuro, ya que profundiza en las desigualdades y agota el planeta, y si bien esto no es falso, lo cierto es que a falta de una alternativa concreta y “viable”, reconoce que tiene todavía muchos días por delante. No obstante, precisa que serán los acontecimientos, los que decidan si el socialismo está definitivamente muerto y debería ser arrumbado.

En cualquier caso, el capitalismo ha provocado la mayor mejora de la calidad de vida que ha disfrutado la humanidad en las últimas generaciones. En 1950, por ejemplo, Noruega tenía la esperanza de vida más alta del mundo (72,3 años). Ahora el promedio mundial es más alto (72,6 años) y en África, donde es más bajo, está aumentando rápidamente. Solo en China e India, 1.200 millones de personas han salido de la pobreza. Y esto lo ha conseguido la economía de mercado; indudablemente con mejores resultados que la economía de planificación central. Piensen en Alemania Occidental versus Alemania Oriental; Corea del Sur versus Corea del Norte; o Costa Rica versus Cuba.

El capitalismo next generation, como lo he definido, se sitúa fuera del espacio ideológico clásico basado en la distinción entre “derecha-izquierda”. Para demostrarlo, medio en broma, medio en serio, me he valido del ensayo de Leszek Kołakowsk “Cómo Ser Un Liberal-Conservador-Socialista, 1987”, donde indica que las tres corrientes políticas, no serán por mucho tiempo opciones excluyentes entre sí. Cuestión esta que ya fue anunciada por Keynes en su discurso del Reform Club de Manchester en 1926: “Liberalismo y Laborismo” y que posteriormente se fue concretando y definiendo a lo largo del siglo XX por la “socialdemocracia europea”, ideología que ha sido capaz de aunar mediante alianzas sucesivas el “liberalismo y el socialismo reformista”.

Además, la propia teoría económica, de origen liberal, ha ido evolucionando hacia posiciones cada vez más cercanas a los planteamientos o formulas socialdemócratas debido a las contribuciones de economistas tan reconocidos como los que han sido citados a lo largo del texto y toda una larga lista que ustedes bien sabrán reconocer.

Sin embargo, la socialdemocracia a pesar de sus refrendos teóricos y de sus logros a nivel práctico de los ciudadanos, una buena parte de los mismos, considera que la eficacia económica y la eficiencia empresarial es patrimonio de la otra gran alianza formada por los “liberales-conservadores”, firmes defensores del Estado mínimo y de la liberación y desregulación de los mercados (La Economía Socialdemócrata. Crisis y globalización, 2014).

Lo que resulta indudable por lo expuesto, es que el capitalismo next generation, debe ser portador de esa sociedad humana saciable, que permite una vida y un mundo mejor, tal como sucedió tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Los años 1946-1973, fueron bautizados como la “edad de oro” del capitalismo, permitiendo disfrutar de una vida y un mundo mejor, más que en ninguna otra época anterior.

Al respecto, poca duda cabe de que, entre los factores positivos que animaron la prosperidad en esos años, figura el orden económico internacional conseguido según lo establecido por los acuerdos de la Conferencia de Bretton Woods en 1944. Estos acuerdos gobernaron las relaciones económicas internacionales entre los países capitalistas industrializados que se apartaron del nacionalismo económico sin regresar a la política de “laissez-faire” de los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, que presuponía que el éxito económico se desentendía de los problemas del desempleo y de los trabajadores en dificultades.

De manera que los países occidentales optaron económicamente por una vía intermedia entre liberalismo y socialismo. El nuevo orden combinaba la prosperidad con la participación del Estado, el mercado con la protección social y la estabilidad con la democracia. A la vez permitía la apertura económica internacional, con controles sobre inversiones a corto plazo, la protección de la agricultura mediante los acuerdos comerciales preferenciales con el Mercado Común Europeo, combinando los apoyos al empresario y la empresa con una amplia red de seguridad social. El resultado fue una densa combinación entre mercados expansivos y gobiernos intervencionistas, grandes empresas, poderosos partidos políticos y organizaciones sindicales, lo que permitió la tasa más alta de crecimiento y la estabilidad económica más duradera de la historia moderna.

El capitalismo next generation, necesita revivir la época dorada del capitalismo, para lo cual, sería deseable poder contar con un “nuevo” y ampliado Bretton Woods —que se limitaba a EE.UU., Canadá, Europa Occidental, Australia y Japón—, para articular propuestas innovadoras y transformadoras para los mercados financieros. Un comentario al respecto, puede ilustrar la enorme importancia de los mercados financieros respecto a la economía productiva o real. En 2019, el capital financiero
experimentó un proceso de expansión y crecimiento, que representó 6,4 veces el PIB mundial, es decir, los derivados financieros ascendieron a los 558 billones de dólares, mientras el PIB mundial fue de 87 billones.

Ahora bien, el capitalismo next generation, con o sin un “nuevo” Bretton Woods, como he expuesto, tiene que transitar, desde una sociedad antagónica hacia una sociedad armoniosa, construyendo certezas. Para conseguirlo, debe “aunar un gobierno activo, eficiente económicamente y responsable socialmente, con la gestión y la capacidad creadora de riqueza del empresario y la empresa, junto con las alianzas no tradicionales y la cooperación internacional”. Aunque pueda pensarse que esta combinación es imposible o indeseable, es la condición para conciliar, aprovechar y gestionar de manera inteligente, un cambio estructural y cultural, que se extienda hasta el empresario y la empresa.

Estaremos a la altura de lo que esperan las próximas generaciones. Hace ochenta años ya lo supo ver el presidente de EE.UU.; Franklin D. Roosevelt: “Hay un misterioso ciclo en los acontecimientos humanos. A algunas generaciones se les da mucho. De otras generaciones se espera mucho”.

Solo me resta decir, que el capitalismo next generation, “necesita” hombres ilustrados (no iluminados), justos (no justicieros), valientes (no temerarios), para liderar los problemas que todo cambio histórico lleva consigo. Y finalmente, concluyo con algo que verdaderamente siento, como es, que lamento mucho si he cometido errores de conceptos, apreciación o análisis. “Evitar los errores es una idea mezquina: si no osamos afrontar problemas que sean tan difíciles que hagan el error casi inevitable, no habrá desarrollo del conocimiento. Son nuestras teorías más atrevidas, incluidas las que son erróneas, las que más nos enseñan. Nadie puede evitar cometer errores; lo grande es aprender de ellos”. Así que lectores y lectoras, hasta pronto.

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